Disciplina escolar como remedio o prevención.
Conductas
de prevención
No
hay mejor manera de tratar conflictos que la de la prevención. Según Soler
(2005: 85), los episodios de violencia entre los alumnos u otros tipos de
conducta de indisciplina, no brotan de la nada, pues, suelen ser resultado de
una red de relaciones interpersonales. Cuando existe un buen clima basado en la
solidaridad, el respeto mutuo y en normas de convivencia claramente expresadas,
disminuyen los riesgos de indisciplina. Para ello, es idóneo realizar una serie
de actuaciones a lo largo del curso. Se deben crear las bases para la
prevención del conflicto de manera procesual, es decir en cada momento del
curso, así como en los que se consideren claves.
Antes de empezar el curso. Se
deben tener claros los objetivos, así como las estrategias y materiales a
utilizar. El tiempo tiene que dosificarse de tal manera que sea un tiemplo
pleno de trabajo motivador ya que un tiempo en el que no se ve con claridad lo
que se hará, es un tiempo propicio para el desorden y el caos.
Durante los primeros días. Se
deben marcar los límites, tanto colectiva como individualmente. Es un buen
momento para afianzar las conductas positivas que se detecten y reducir las
negativas.
Durante el curso. Se
deben mantener los límites que se marcaron durante los primeros días. También
se seguirán fortaleciendo las conductas pro-sociales e intentar reducir las
antisociales, a través, fundamentalmente, del diálogo, el trato respetuoso y
reconociendo la dignidad y el valor de cada uno de los estudiantes.
Al finalizar el curso. Se
detectarán los problemas más frecuentes y se propondrán medidas correctoras
para el siguiente curso.
Para
prevenir la indisciplina y mejorar la convivencia entre los estudiantes, se
debe tener en cuenta varios aspectos generales. En primer lugar, se deben
elaborar normas democráticas de conducta basadas en el respeto. Además se debe
adaptar la educación a los cambios sociales, teniendo en cuenta la diversidad
de los educandos y evitando la exclusión. Por último, es conveniente adoptar
metodologías de aprendizaje cooperativo, con equipos heterogéneos,
desarrollando habilidades sociales y predisponiendo a los alumnos a cooperar y
negociar en circunstancias de conflicto.
Conductas
de aviso
Pese
a las estrategias de prevención, es inevitable que ocurran situaciones de indisciplina
al interior del aula y en los procesos mismos de enseñanza aprendizaje. Ello,
debido a las características psicosociales de los estudiantes, cuya inicial
formación en el hogar pudo no haber sido del todo adecuada.
Según
Esteban (2001: 12), frente a la evidente proximidad de situaciones de
conflictividad e indisciplina en el aula muchos docentes asumen dos estrategias
de afrontamiento:
Llamadas de atención general al curso. Con
el objetivo de evitar que las conductas disruptivas, presentes de manera
inicial, cobren magnitudes que realmente signifiquen daño a algunos alumnos, al
docente mismo o a la clase. El profesor señala las conductas de indisciplina
que están iniciándose, algunas veces reflexionando brevemente sobre la conducta
que debería tenerse al interior del aula y/o previniendo las consecuencias que
podrían acarrear estas conductas a sus autores, sin identificar a ninguno de
ellos.
Llamadas de atención particulares a un/a
estudiante. En muchas ocasiones, cuando el docente cree
necesario, la llamada de atención es al o los estudiantes que están causando la
indisciplina. En este caso, generalmente la llamada de atención viene acompañada
de una amenaza como disminución de nota, expulsión o algún castigo. En estos
casos, no es extraño que el docente atropelle al estudiante con sarcasmos o
ironías que podrían acarrear, contrariamente a lo que espera, conductas de
mayor indisciplina o agresividad.
Conductas de afrontamiento
Las situaciones
de indisciplina se vinculan a la actuación de algunos estudiantes, que
manifiestan conductas de malos tratos, utilizando palabras groseras, actitudes de
confrontación, trasgresión de las normas y disruptividad general en el aula.
Ello, afecta el clima de la clase, el cual se torna tenso, exigiendo del
docente la distracción de sus funciones pedagógicas, para atender situaciones
conductuales.
En
estas situaciones de indisciplina, los profesores adoptan una serie de
conductas de afrontamiento, con el propósito de reducir su frecuencia o mitigar
sus efectos en la clase. Según Blackham (1973: 66), estas conductas pueden ser
las siguientes (se aclara que sobresalen en la Unidad Educativa Taypi Ayca):
Expulsión del aula. Muchos son los criterios que no creen en el valor
pedagógico de la expulsión del alumno del aula. Sin embargo, de ser considerada
una práctica antigua y no educadora, son muchos los docentes que frente a
conductas de indisciplina siguen usando este mecanismo.
La expulsión de un alumno de clase debe partir siempre de la
transgresión de alguna de las normas importantes de respeto. Este aspecto es
determinante porque evita la arbitrariedad de la expulsión por parte del
docente y por el significado que tiene, es necesario tomar en cuenta algunos
aspectos:
·
Claridad en el mensaje. Al alumno en cuestión le
tiene que quedar muy claro que queda excluido del curso, indicando en un
mensaje directo, claro, conciso el motivo de la expulsión.
·
La expulsión se
notifica, no se discute. No se llegue a argumentar
en el aula la expulsión. El alumno, una vez haya salido del aula, tendrá la oportunidad
de dar su explicación como el profesor.
·
No alzar la
voz. Se recomienda no alzar nunca la voz.
Si se mantiene un tono natural a la hora de notificar la expulsión, se tendrá muchas
más posibilidades de que el alumno no quiera cuestionarla. El alumno sólo debe
encontrar naturalidad en la voz y los gestos del docente.
Disminución de calificaciones.
Otra de las estrategias muy usadas por los docentes es rebajar las
calificaciones a las que podría acceder el estudiante o las que ya consiguió.
Este medio de controlar la disciplina es muy cuestionado porque se estaría
usando el proceso de evaluación, como medio de sometimiento y castigo y no,
como la teoría pedagógica lo aconseja, como un proceso que sirve para mejorar
tanto el rendimiento del estudiante y del docente. Sin embargo, siendo una
realidad, es necesario que el docente, a la hora de utilizarlo, sea lo más
justo y equitativo posible.
Amenazas. Se
debe tomar en cuenta que los climas escolares nutritivos, se caracterizan por la
presencia de docentes con capacidad de justicia, respeto incondicional a los
estudiantes, tolerancia a los errores, conocimiento de las normas y,
consideración muy objetiva de las consecuencias de su trasgresión. Estas
características del docente abren la posibilidad de un enfrentamiento constructivo del conflicto.
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